Mi bebé nació hace tres semanas, desde entonces me he sentido constantemente angustiada, preocupada, sin poder dormir y con el sentimiento de que no soy capaz de cuidarla. Estoy confundida y avergonzada. Mi esposo y yo planeamos tenerla, después de 3 años en que ambos nos dedicamos a trabajar para tener una situación más holgada. Él no entiende qué me pasa. Mi mamá me está ayudando y me dice que le eche ganas. No puedo. Cada día despierto con la esperanza de sentirme mejor, pero no es así, parece que empeoro.

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Había visto a un médico psiquiatra quién le dijo que tenía una enfermedad llamada depresión y que necesitaba medicamentos, para  lo cual, debería suspender la lactancia. Tanto ella como su marido estaban asustados porque no sabían si esa enfermedad se podía quitar o si duraría mucho tiempo.

Le expliqué de qué se trataba la depresión posparto y lo común que era. Que pensaba que el médico la había diagnosticado correctamente y que sus indicaciones la iban a ayudar; le entregué un libro con explicaciones y ejercicios prácticos sobre la depresión posparto y le sugerí que viniera a  4 sesiones más para que tratara sus dudas y dificultades. Al salir de la cita Lucía y su marido dijeron sentirse más tranquilos al entender de qué se trataba y que tenía solución.

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En la segunda sesión, tres semanas después, Lucía contó: -comencé a tomar los medicamentos y a leer el libro con mi marido. -Me siento más o menos igual que la vez anterior, pero entender de qué trata me ha dado más confianza para atender a mi bebé. La última vez que vino manifestó: -Definitivamente estoy mejor. Estoy contenta con mi hijita, ya puedo estar sola con ella, mi esposo regresó a su trabajo y mi mamá solo viene a ratos, aunque aún siento cierta angustia, estoy pensando regresar a mi trabajo.